Archipielago Gulag - Страница 14
En los años veinte hubo una amnistía para los cosacos que habían tomado parte en la guerra civil. Muchos volvieron de Lemnos al Kubán y al Don, y se les concedieron tierras. Más tarde, todos fueron encarcelados.
También andaban agazapados los antiguos funcionarios del Estado, por lo que era necesario echarles el guante. Se camuflaban con mucha habilidad y aprovechando que en la república aún no existían ni un sistema interno de pasaportes ni la libreta de trabajo* unificada, conseguían infiltrarse en los organismos soviéticos. En este caso servía de ayuda una palabra de más, alguien que los reconocía fortuitamente, un vecino chivato..., mejor dicho, el parte operativo de un vecino. (O, a veces, la pura casualidad. Cierto Mova guardaba en su casa, simplemente porque era muy meticuloso, una lista de todos los antiguos funcionarios judiciales de la provincia. En 1925 se la descubrieron por azar, los detuvieron a todos y después los rusilaron.)
Así corrían también las riadas por «ocultación de la procedencia social» y por «posición social en el pasado». Todo ello sujeto a la más amplia interpretación. Arrestaban a los nobles como estamento. Y también a las familias nobles. Al final, demostrando muy poco entendimiento, arrestaban a los que denominaban nobles sin título hereditario,es decir, a todo aquel que hubiera terminado una carrera universitaria. Y una vez detenidos ya no había camino de vuelta, lo hecho hecho estaba. El Centinela de la Revolución nunca yerra.
Pero de todas formas sí había ün camino de vuelta. Eran unas estrechas y escuálidas contrarriadas que a veces se abrían camino. Vamos a hablar ahora de la primera de ellas. Entre las esposas y las hijas de los nobles y de los oficiales no era raro encontrar mujeres de excepcionales cualidades personales y atractiva presencia. Algunas de ellas consiguieron abrirse paso en esa pequeña contrarriada, ¡a contracorriente de quienes les habían precedido! Estas mujeres entendieron muy bien que sólo se vive una vez y que no hay don más preciado que la propiavida. Ofrecieron sus servicios a la Cheká-GPU como confidentes, como colaboradoras, como lo que fuera, y las que más gustaron fueron admitidas. ¡Fueron las más fructíferas de las confidentes! Resultaron muy útiles a la GPU, puesto que los «ex» les seguían teniendo una gran confianza. Aquí podemos nombrar a la última princesa Viázemskya, la más destacada confidente de después de la revolución (su hijo fue también un chivato en Solovki); Concordia Nikoláyevna Iosse, al parecer, mujer de brillantes cualidades: su marido, que era oficial, fue fusilado en su presencia, y a ella la enviaron a Solovki, aunque supo obtener un permiso para volver a Moscú y abrir cerca de la Gran Lubianka un salón que gustaban de frecuentar los altos funcionarios de la Casa. (No sería encarcelada de nuevo hasta 1937, junto con sus clientes, los hombres de Yagoda.)
Parece de risa, pero siguiendo una absurda tradición se había conservado la Cruz Roja Política* de la antigua Rusia. Tenía tres secciones: la de Moscú (E. Peshkova), la de Jarkov (Sandomírskaya) y la de Petrogrado. La de Moscú se portaba bien y no fue disuelta hasta 1937. En cambio, la de Petrogrado (el viejo narodnikShevtsov, el cojo Hartmann, Kocherovski) actuaba de un modo insoportable e insolente, se entremetía en asuntos políticos, buscaba el apoyo de los antiguos presos de Schlisselburg (Novorusski, compañero de complot de Ale-xandr Uliánov), y ayudaba no sólo a los socialistas sino también a los KR, los contrarrevolucionarios. En 1926 esta sección fue disuelta y sus miembros enviados al destierro.
Pasan los años y aquello de lo que no se habla acaba borrándose de la memoria. En la brumosa lejanía percibimos el año 1927 como un año de despreocupación y abundancia, el año de una NEP aún no decapitada. Pero fue un año tenso, estremecido por las explosiones de los periódicos, y lo percibimos, nos lo hicieron percibir, como la víspera de la batalla en que iba a decidirse la revolución mundial. Mayakovski [28]dedicó cuatro atronadores versos al asesinato del plenipotenciario soviético en Varsovia, que inundó columnas enteras de los periódicos de junio.
Pero qué mala suerte: Polonia presentó excusas y el único responsable del asesinato de Voikov [29] 5fue arrestado allí mismo. ¿Cómo y contra quién dirigir el llamamiento del poeta?:
Solidarios,
agrupados,
mesurados,
y vengativos
¡A esta jauría desatada
retorcedles el pescuezo!
¿Hacer justicia contra quién? ¿A quién retorcer el pescuezo? Así comienza la hornada de Voikov.Como siempre, cada vez que había disturbios o tensiones, se encarcelaba a los ex,se encarcelaba a los anarquistas, a los eseristas, a los mencheviques, o simplemente a la intelectualidad. En realidad, ¿a quién se podrá encarcelar en las ciudades? ¡A la clase obrera no, desde luego! Por otra parte, la intelectualidad allegada a los kadetés ya había recibido lo suyo desde 1919. ¿Habría llegado el momento quizá de sacudir a la intelectualidad que se consideraba progresista? ¿De darles un repaso a los estudiantes? Una vez más, nos viene a mano Mayakovski:
¡Piensa
en el Komsomol* días y semanas!
Examina
atentamente las filas.
¿Son todos !
komsomoles de verdad o sólo
dicen serlo?
Una concepción del mundo cómoda engendra también un término jurídico cómodo: profilaxis social.Se introduce, se acepta, y enseguida resulta comprensible para todos. (Bien pronto podremos oír decir a uno de los directores del Bielo-morstror, Lazar Kogan: «Creo que, personalmente, usted no es culpable de nada. Pero siendo usted una persona culta, debe comprender que se está llevando a cabo una amplia profilaxis social».) Bien mirado, ¿qué mejor momento para encarcelar a unos compañeros de viaje poco fiables, a ese puñado de intelectuales podridos, que en vísperas de la batalla por la revolución mundial? Una vez empezada la gran guerra sería demasiado tarde. Y se empieza a peinar Moscú metódicamente, barrio a barrio. En todas partes debe haber arrestos. El eslogan era: «¡Haremos temblar al mundo de un puñetazo sobre la mesa!». «Cuervos», automóviles, camiones cerrados y coches de punto descubiertos acudían de inmediato a descargar en la Lubianka y en Butyrki, incluso de día. Atasco en las puertas, atasco en el patio. No daban abasto a descargar y fichar a tantos arrestados. (Lo mismo ocurre en otras ciudades. En Rostov del Don, en el sótano de la casa número 33 hay tan poco sitio, que la recién llegada Boiko apenas encontró un hueco donde sentarse.) Un ejemplo típico de aquella riada: unas decenas de jóvenes organizaron unas veladas musicales sin consultar con la GPU. Escucharon música y luego tomaron el té. Para el té, reunieron a escote, voluntariamente, unos cópeks. Estaba bien claro: la música era una tapadera para sus intenciones contrarrevolucionarias y el dinero recaudado no era para pagar el té, ni mucho menos, sino para ayudar a la tambaleante burguesía mundial. Los arrestaron a todos , las condenas fueron de tres a diez años (a Anna Skrípnikova le cayeron cinco), y a los organizadores, que no quisieron confesar (Ivan Nikoláyevich Varentsov y otros) ¡los fusilaron!